CIUDAD DEL VATICANO (EFE, AFP). El papa Francisco leyó su mensaje de Navidad e impartió la bendición “Urbi et orbi”, dirigido “a la ciudad y al mundo”, dentro del Palacio Apostólico y no desde el balcón de la logia central de la basílica de San Pedro, debido a las restricciones reimpuestas en Italia.
Francisco pidió que “en este momento de la historia, marcado por la crisis ecológica y por los graves desequilibrios económicos y sociales, agravados por la pandemia del coronavirus, necesitamos más que nunca la fraternidad”.
“En este tiempo de oscuridad e incertidumbres aparecen luces de esperanza como la de las vacunas, pero para que estas luces lleven esperanza al mundo entero tienen que estar a disposición de todos”, dijo Francisco.
Y rogó para que los nacionalismos cerrados, el individualismo y la ley del mercado no impidan que las vacunas lleguen a todos.
“Vacunas para todos”, pidió.
Pidió esperanza para el continente americano, “particularmente afectado por el coronavirus, lo que ha exacerbado los numerosos sufrimientos que lo oprimen”.
Hizo referencia a Chile y pidió que el Niño Jesús “ayude a superar las recientes tensiones sociales”.
Y también rogó para que ponga fin “al sufrimiento del pueblo venezolano”, que sufre la opresión del régimen dictatorial del socialista Nicolás Maduro.
Misa del gallo
Durante la misa del gallo más solitaria, ante pocos fieles y adelantada para respetar el toque de queda debido a la pandemia, llamó a servir a los demás huyendo de la conducta de los “analfabetos de bondad”.
“Tú que me salvas, enséñame a servir. Tú que no me dejas solo, ayúdame a consolar a tus hermanos, porque desde esta noche todos son mis hermanos” fueron las palabras con las que el pontífice concluyó su homilía de Nochebuena.